El comportamiento ansioso no es una reacción humana
que ha tenido sus inicios en los tiempos modernos sino que se remonta a cientos de miles
de años atrás cuando la capacidad de supervivencia del ser humano se puso a prueba y
este comenzó a experimentar respuestas defensivas como parte de su desarrollo
evolutivo. Una de las necesidades primordiales que desencadenó esta respuesta del sistema
nervioso central fue una tan simple como la alimentación, forzando al organismo a regular
su respuesta hormonal ante la escasez o abundancia de la misma, incluso, la mera
necesidad de realizar un esfuerzo físico importante para la obtención de dicho alimento,
pudo desencadenar una perturbación mental independiente de una respuesta controlada.
La propia evolución humana introdujo nuevos desafíos, nuevas formas de concebir su
existencia y por consiguiente la toma de decisiones importante comenzó a imperar como
garantía de éxito. Esto finalmente resultó en un recurso adaptativo a nivel cognitivo
que muchos autores observan como un desarrollo positivo en los genes de la ansiedad producto de la
evolución siendo más favorable la probabilidad de supervivencia cuando aquella
está presente. No obstante, en algún momento de este proceso se creó un desbalance
creciente entre las necesidades básicas y las impuestas creando en el cerebro humano una
sobrecarga que fue afectando progresivamente a otros órganos y sistemas del cuerpo.
En cuestión, muchos de los síntomas y tratamientos para la
ansiedad que en la actualidad se vislumbran ya tuvieron trasfondo según el
hombre fue percibiendo su mundo como un universo consciente y paralelo a su actividad
cotidiana. Uno de los temas que prevaleció y jugó un papel histórico importante fue la
religión ya que esta subyugó el comportamiento humano y creó una dependencia
hombre-Dios como única fuente de salvación dando lugar a un estilo de supervivencia bajo
estas reglas.
Durante mucho tiempo se vinculó la ansiedad con un trastorno neurótico producto de
una lesión lo cual provocaba una disfunción total del pensamiento racional y que
afectaba al individuo en el ámbito familiar, social y laboral pero tratado como una
enfermedad mental, de hecho, se materializó como el daño a un tejido u órgano del
ser humano. Solo hasta el siglo XVI se produjo un avance en cuanto a una definición más
acertada acerca de la ansiedad al introducir conceptos más elaborados que incluían y
relacionaban los sentimientos y la actividad motora. En la década de los 80 del pasado
siglo se empastaron los síntomas
de la ansiedad y la neurosis hacia una idea más profunda llamada "neurosis de
ansiedad" la cual creó diversas interrogantes en relación a los síntomas y signos
que se habían identificado bajo un mismo concepto psicológico.
En la actualidad la ansiedad es interpretada como un aspecto normal del comportamiento
humano donde el pensamiento tiene un rol fundamental aunque la mayoría de las personas se
centran principalmente en los síntomas fisiológicos que se van presentando en el momento
ya sean estos de pánico, angustia, terror y otros tantos que se acumulan sin tener en
cuenta qué los provoca, cómo surgieron o qué desencadenó ese comportamiento en
apariencia irracional. |