El trastorno de ansiedad generalizada
o TAG está fundamentado sobre el principio de padecer estados de
ansiedad, miedo o preocupación constante aún sin saber la causa que lo desencadenó,
siendo estos sus síntomas principales. Quienes lo manifiestan están propensos a tener un
estilo de vida donde la concentración ante importantes acontecimientos, ejercicios o
actividades rutinarias se ve afectada considerablemente imposibilitando la capacidad de
realizar estas tareas de forma óptima. Esto trae consigo la manifestación de momentos
depresivos o de histeria. Igualmente los factores fisiológicos comienzan a sobrevenir
como cefalea y mareos persistentes, problemas para dormir (aparición de ojeras),
excitabilidad, fatiga y tensión a nivel muscular.
Estas alteraciones producidas no se relacionan directamente con el consumo de
sustancias estimulantes (drogas, tabaco o alcohol), ni tampoco se amparan bajo un
diagnóstico clínico de una enfermedad. No existe una situación ideal para su
aparición, puede acontecer en momentos de tensión, tranquilidad, al estar en la calle,
en la casa o en el trabajo, bajo estrés o lejos de este, incluso en instantes que
pudieran significar alegría o goce. Lo cierto es que cuando esta incertidumbre aparece el
individuo solo puede ser capaz de recrearla, aumentarla y por ende no podrá librarse de
los efectos indeseados.
Las experiencias acumuladas en el transcurso de la vida diaria son parte de las causas
que producen el trastorno de ansiedad generalizada, de hecho, muchas de ellas para su
éxito provocan ansiedad que
a corto plazo resulta beneficiosa, pero cuando esta se torna constante, intensa o
injustificada, lejos de ser un beneficio, se convierte en círculo vicioso de
preocupaciones que no pueden ser controladas. Es posible que la herencia también haya
jugado un rol primario al transmitir genes que son más sensibles en la evolución de
estos procesos. La educación de los niños en ambientes de peligro, constante estrés y
el involucrarlos en situaciones de adultos que ellos no son capaces de afrontar producirá
a largo plazo una predisposición a padecer el trastorno de
ansiedad generalizada (TAG). Es por esto que la intensidad con que tiene lugar varia
de persona a persona y de la identificación adecuada surgirá un tratamiento efectivo.
Una de las formas de combatir este trastorno está en la práctica de ejercicios como
el Yoga por su beneficio físico y mental, favorece la relajación muscular, oxigena los
principales sistemas de órganos y contribuye a la renovación de energías. Realizar
caminatas matutinas relaja la mente y favorece los procesos respiratorios. Otras formas de
tratamiento implementadas por terapeutas son las técnicas de relajación
así como las terapias cognitivas dirigidas hacia la búsqueda de aquellas ideas que
provocaron ansiedad, revertirlas y mostrárselas al paciente como una preocupación que no
debe estar presente en su vida, todo esto realizado en un ambiente de total seguridad que
aumentará en el implicado la confianza.
Algunos de los fármacos más utilizados son el escitalopram, la paroxetina y la
sertralina pero siempre deben ser suministrados bajo la supervisión de un médico dados
su efectos secundarios que van desde problemas sexuales e insomnio, hasta perturbación
mental que pudiera acarrear un agravamiento de las síntomas iniciales del trastorno.
Igualmente pueden ser suministrados otros tales como venlafaxina, Pregabalina y duloxetina
no exentos de síntomas indeseados además de los que se encuentran en el grupo de los
tricíclicos y las benzodiacepinas. |